Reconstrucción inmaterial.
Un momento es necesariamente una detención en el tiempo y su -al menos desde Einstein-, inseparable compañero gemelar: el espacio. Remitiendo desde el inicio a principios fundadores, ese será el doble escenario de estas líneas -circulares-, la ontología del asunto (la naturaleza del tema que abordamos), y las formas que asume su desarrollo. El inicio de algo que viene desde mucho antes, pero que sin embargo, ahora empieza. Una paradoja en negación, no deja de ser una paradoja, ni la exclusión de la teoría implica la desaparición del significado. Adquiere la consciencia de lo que pensamos y no podemos decir, el peso suspendido sobre nuestras cabezas de un nuevo movimiento. Y ya se verá que aunque resulte un lugar -casi- común citar a Einstein en un artículo fundador y sin que ello sea garantía de la coherencia que adquiera, ni ésta de la comprensión que logre, también se justifica citar a Freud -como lo hemos hecho-, que al menos en cuanto homenaje, no será vano recordar que a su nombre se asocia nuestra conciencia y que los cambios que prefiguramos al desenmascarar, más que a sistemas, es a humanos que remiten.
Esta mediodía, después de trabajar en la mañana con Alberto en descifrar las condiciones de una aplicación para el Ministerio de Educación y en la cual llenaba de gráficos explicativos, la búsqueda de mecanismos para vencer la anomia de la gente en los desarrollos de una herramienta participativa (un foro), fuimos a jugar al fútbol con unos amigos. En el camarín, después del partido, comentó uno de nuestros compañers a cargo del área informática en otro ministerio, de lo absurdo que resulta el enfoque únicamente ingenieril en una estrategia dirigida a las personas, por cuanto la codificación de un estado, necesariamente resultará una simplificación funcional de una realidad más rica. Exactamente de lo que hablábamos en la mañana. Esa coincidencia no hizo sino reafirmar lo que sabemos por la experiencia y luego intuimos en sus caracteres generales: las dinámicas sociales revisten ciertas características de inasibilidad que se resisten a la codificación fija, más allá de usos excesivamente utilitarios, como normativos y propagandísticos.
Por cierto, la reproducción digital de las condiciones mismas de la vida, no debilita en lo más mínimo la importancia de esta reflexión, por cuanto ello se logra en el laboratorio, de la misma manera que la construcción de un software: nadie duda que funciona o que existe. El punto que consideramos remite más allá: que ocurre con un diseño que responde a los requerimientos lógicos de su construcción, cuando se articula con los elementos de una realidad que no responde a la misma dinámica. En estricto rigor, el mismo problema que se plantea desde Wiener, el fundador de la cybernética contemporánea y que más que abocarse a resolver, la gran mayoría de las arquitecturas, simplemente obvian, contentándose con la presentación final del diseño para el cual fueron concebidas y tratando de incorporar la retrolimentación en puntos fijos precisos, lo menos posible, generalmente bajo la forma de una "capacitación" final y nunca como condición de su existencia. De hecho, podríamos decir que aunque la cybernética tiene desde su concepción a la retroalimentación como uno de sus componentes centrales, y a que en lo que concierne la relación entre elementos fijos y las máquinas, sus desarrollos han sido enormes, su objetivación en el campo de las estrategias de política pública nunca ha dejado de ser problemática y que epistemológicamente, ha suplido sus deficiencias causales con el apoyo -impensado, necesario, histórico-, de la propaganda y la estadística en tanto criterio indiscutible de verdad en una época como la presente.
Las aproximaciones mayores de los sitemas resultan así, hasta ahora las de depósitos fijos de data, interpretada para señalar tendencias, que de acuerdo a cronogramas funcionalmente determinados, serán actualizados cada cierto tiempo, para generar nuevos análisis, que confirmarán en su misión de comunicación, las instancias cerradas de una visión tautológica determinada por los intereses que la generaron. Aunque este sea un tema que -como se vé-, está presente en todos los ámbitos en que pudiéramos concebir la relación entre humano y máquina (y cada vez son menos aquellos en los cuales esta relación no exista), en el campo concreto de trabajo que esta problemática cobra cuerpo, el nuestro, dónde se hace síntesis la triple dinámica de nuestra investigación, el oficio y la ética, el de la Protección Social, este tema se nos presenta como una necesidad ineludible.
De allí que no sea finalmente extraño, que nuestro objetivo central, apunte al mismo tiempo a establecer las condiciones formales de una práctica y los contenidos teóricos que la explican. En este contexto, podemos asimismo señalar que sus alcances podrían remitir a la hipótesis que postula el insensible, pero acelerado y brutal paso societal entre la inteligencia y el espíritu. En efecto, si a la sociedad informacional corresponde un desarrollo de organizaciones inteligentes, la sociedad del conocimiento, requiere del desarrollo de ciertas facultades -como la intuición-, que históricamente se han asociado a aquello que en espera de una definición más actual, llamamos el espíritu. Y ya se ve: nuestra propuesta es "visionaria"...