ECO-Visiión.
PROYECTO ALEJANDRÍA.
(Borrador de propuesta).
Los datos de diversas fuentes disponibles indican de manera clara, que para poder dar el salto cualitativo que integra a los países en el selecto grupo de los desarrollados, tal como es el caso de nuestro país (recientemente incorporado a los países de la OCDE), se deben cumplir con estandares y procesos de alta exigencia en distintos ámbitos del quehacer nacional y que como lo han mantenido los gobiernos de la concertación, para lograrlo no es suficiente con tener una política que permita el crecimiento económico. En efecto, cada vez son más requeridas en los distintos ámbitos del servicio público, políticas que incorporen visiones de futuro y respondan a los criterios de integralidad sistémica y participación retroalimentada. Por otra parte, el paso de la “escritura” a la “ imagen”, que supone el paso entre el soporte libro al soporte internet, requiere asimismo –para que pueda cumplir con las altas expectativas de calidad en la formación cultural y profesional que exigen las competitivas condiciones de mercado global-, que los niveles de alfabetización y el desarrollo de las capacidades de lecto-escritura hayan alcanzado sus óptimos posibles. Al contrario de lo que se suponía durante algún tiempo, en el sentido que los nuevos desarrollos tecnológicos suprimen los anteriores (expresado en la frase de Victor Hugo: “esto matará aquello”) las investigaciones contemporáneas en la materia, indican de manera inequívoca que la TV no aniquiló al cine, que el libro no anuló la oralidad, que Internet no suprimió la lectura. Por el contrario, pareciera que cada uno de los nuevos formatos de transmisión de contenidos, potencia de manera exponencial el uso y práctica del anterior.
El paso de la sociedad de la información a la sociedad del conocimiento, está marcada por esta transformación de interfases que algunos han saludado como “el fin de la Galaxia Gutenberg”. Esto por cierto, no quiere decir que el libro desaparezca, sino que en la interfase que estamos adquiere una importancia muy especial. Nuestro modelo educativo, aún replica en todo caso, las dinámicas derivadas de la lecto-escritura, como se estableció en el mundo a partir del siglo XVII. Convengamos que sin profundizar en la situación de “tiempo largo”, el tema particular de la homogeneización de contenidos, y la sistematización de formas y contenidos, aparece como particularmente importante y decisiva, para el mundo de la educación, tanto en lo que refiere a los contenidos propiamente tales, como en cuanto a la labor política que desarrollen las autoridades del sector, que de todas maneras, habrán de conjugar de manera adecuada la implementación de justas líneas técnicas en el desarrollo de las políticas globales que marquen su mandato. En todo caso, nuestra sociedad ha comprendido que la educación está (como la salud) en el centro inclaudicable de los desarrollos de un estado al servicio de la ciudadanía y dentro de ella, que es fundamental el papel que juega el libro en tanto expresión y modulación de un proceso cognitivo. Asimismo las autoridades han remarcado en el último tiempo –y no sin recoger encendidas críticas de la oposición-, que una política sustantiva orientada al desarrollo de las capacidades de la creación y la imaginación, así como una sólida formación en el campo valórico, no puede prescindir del libro y de las publicaciones. Es así que nuestra presidenta acaba de informar el 21 de mayo de un programa de la máxima importancia, que ha sido identificado con el nombre de “maletín literario”, consistente en entregar una selección de obras impresas a 400 mil familias de pocos recursos.
Por otra parte, ha sido una preocupación central del MINEDUC, dotar de libros de texto que respondan a los criterios de actualización y excelencia en las materias y que cumplan con el requisito de corresponder a los contenidos mínimos de las asignaturas que se imparten. Para ello se destinan recursos importantes y un esfuerzo institucional considerable, que nunca ha dejado de asistir a las escuelas de la red de asistencia pública a todos los niveles de la educación chilena. Sin embargo, estos esfuerzos no han contado aún con el apoyo decidido que significa adecuarse a los criterios de homogeneización y estandarización integral de los procesos de edición, pudiéndose constarar que cada área institucional y de especialidad procede de manera relativamente autónoma en la elaboración e impresión de sus libros de texto y materiales educativos. Tampoco existe en consecuencia un sistema de verificación y seguimiento que permita chequear rápidamente los estados en que se encuentran los materiales, ni posibilita para realizar las correcciones que se requirieren. Al mismo tiempo, la interacción con los usuarios de estos materiales es prácticamente nula, reduciéndose a las percepciones que tuviere el profesor en el aula y a las estadísticas de rendimiento por curso, que resultan bastante generales e inespecíficas como para entregar datos precisos acerca de los materiales que se han entregado y de su incidencia efectiva en los procesos educativos. Finalmente, tampoco existe un sitio de aplicación Web que permita acceder on-line a la gran cantidad de textos por este medio publicados, ni se dispone de información que permita a autoridades ni usuarios en general, saber de las actualizaciones y modificaciones que se estuvieren llevando a cabo en las distintas áreas.
Corregir esta situación y avanzar de manera decidida en aspectos como el que señalamos, que permitan instalar de manera sustentable las mejoras que demanda la creación de medios educativos acordes con las exigencias de la globalización en este siglo 21, por cierto, solo es posible con la incorporación de las adecuadas herramientas tecnológicas de última generación que nos permiten las TIC´s.
De esta manera, proponemos el “Programa Alejandría” (por la connotación de universalidad a la que remite la célebre biblioteca Homónima: o PEUMO Programa de Edicion Unificada Ministerio On-line, o PIDEME Plataforma Integral de Desarrollo Editorial del Minsiterio de Educación, o SITIEM Sistema Tecnológico Integral de Ediciones del Ministerio...), que consiste en dotar al Ministerio de Educación del conocimiento y la plataforma tecnológica que permita suplir esas falencias anteriormente descritas. Para ello, nos proponemos dotar a la estructura ministerial de un sistema de aplicación Web, en modalidad sincrónica y asincrónica, que permita el monitoreo, la gestión y el seguimiento de todos los procesos de edición que lleva a cabo el MINEDUC, permitiendo la actualización de manera inmediata, la retroalimentción permanente con distintos tipos de usuarios identificados según áreas y categorías de pertenencia, así como permitiendo la generación de redes retroalimentadas de trabajo colectivo.
PROYECTO ALEJANDRÍA.
(Borrador de propuesta).
Los datos de diversas fuentes disponibles indican de manera clara, que para poder dar el salto cualitativo que integra a los países en el selecto grupo de los desarrollados, tal como es el caso de nuestro país (recientemente incorporado a los países de la OCDE), se deben cumplir con estandares y procesos de alta exigencia en distintos ámbitos del quehacer nacional y que como lo han mantenido los gobiernos de la concertación, para lograrlo no es suficiente con tener una política que permita el crecimiento económico. En efecto, cada vez son más requeridas en los distintos ámbitos del servicio público, políticas que incorporen visiones de futuro y respondan a los criterios de integralidad sistémica y participación retroalimentada. Por otra parte, el paso de la “escritura” a la “ imagen”, que supone el paso entre el soporte libro al soporte internet, requiere asimismo –para que pueda cumplir con las altas expectativas de calidad en la formación cultural y profesional que exigen las competitivas condiciones de mercado global-, que los niveles de alfabetización y el desarrollo de las capacidades de lecto-escritura hayan alcanzado sus óptimos posibles. Al contrario de lo que se suponía durante algún tiempo, en el sentido que los nuevos desarrollos tecnológicos suprimen los anteriores (expresado en la frase de Victor Hugo: “esto matará aquello”) las investigaciones contemporáneas en la materia, indican de manera inequívoca que la TV no aniquiló al cine, que el libro no anuló la oralidad, que Internet no suprimió la lectura. Por el contrario, pareciera que cada uno de los nuevos formatos de transmisión de contenidos, potencia de manera exponencial el uso y práctica del anterior.
El paso de la sociedad de la información a la sociedad del conocimiento, está marcada por esta transformación de interfases que algunos han saludado como “el fin de la Galaxia Gutenberg”. Esto por cierto, no quiere decir que el libro desaparezca, sino que en la interfase que estamos adquiere una importancia muy especial. Nuestro modelo educativo, aún replica en todo caso, las dinámicas derivadas de la lecto-escritura, como se estableció en el mundo a partir del siglo XVII. Convengamos que sin profundizar en la situación de “tiempo largo”, el tema particular de la homogeneización de contenidos, y la sistematización de formas y contenidos, aparece como particularmente importante y decisiva, para el mundo de la educación, tanto en lo que refiere a los contenidos propiamente tales, como en cuanto a la labor política que desarrollen las autoridades del sector, que de todas maneras, habrán de conjugar de manera adecuada la implementación de justas líneas técnicas en el desarrollo de las políticas globales que marquen su mandato. En todo caso, nuestra sociedad ha comprendido que la educación está (como la salud) en el centro inclaudicable de los desarrollos de un estado al servicio de la ciudadanía y dentro de ella, que es fundamental el papel que juega el libro en tanto expresión y modulación de un proceso cognitivo. Asimismo las autoridades han remarcado en el último tiempo –y no sin recoger encendidas críticas de la oposición-, que una política sustantiva orientada al desarrollo de las capacidades de la creación y la imaginación, así como una sólida formación en el campo valórico, no puede prescindir del libro y de las publicaciones. Es así que nuestra presidenta acaba de informar el 21 de mayo de un programa de la máxima importancia, que ha sido identificado con el nombre de “maletín literario”, consistente en entregar una selección de obras impresas a 400 mil familias de pocos recursos.
Por otra parte, ha sido una preocupación central del MINEDUC, dotar de libros de texto que respondan a los criterios de actualización y excelencia en las materias y que cumplan con el requisito de corresponder a los contenidos mínimos de las asignaturas que se imparten. Para ello se destinan recursos importantes y un esfuerzo institucional considerable, que nunca ha dejado de asistir a las escuelas de la red de asistencia pública a todos los niveles de la educación chilena. Sin embargo, estos esfuerzos no han contado aún con el apoyo decidido que significa adecuarse a los criterios de homogeneización y estandarización integral de los procesos de edición, pudiéndose constarar que cada área institucional y de especialidad procede de manera relativamente autónoma en la elaboración e impresión de sus libros de texto y materiales educativos. Tampoco existe en consecuencia un sistema de verificación y seguimiento que permita chequear rápidamente los estados en que se encuentran los materiales, ni posibilita para realizar las correcciones que se requirieren. Al mismo tiempo, la interacción con los usuarios de estos materiales es prácticamente nula, reduciéndose a las percepciones que tuviere el profesor en el aula y a las estadísticas de rendimiento por curso, que resultan bastante generales e inespecíficas como para entregar datos precisos acerca de los materiales que se han entregado y de su incidencia efectiva en los procesos educativos. Finalmente, tampoco existe un sitio de aplicación Web que permita acceder on-line a la gran cantidad de textos por este medio publicados, ni se dispone de información que permita a autoridades ni usuarios en general, saber de las actualizaciones y modificaciones que se estuvieren llevando a cabo en las distintas áreas.
Corregir esta situación y avanzar de manera decidida en aspectos como el que señalamos, que permitan instalar de manera sustentable las mejoras que demanda la creación de medios educativos acordes con las exigencias de la globalización en este siglo 21, por cierto, solo es posible con la incorporación de las adecuadas herramientas tecnológicas de última generación que nos permiten las TIC´s.
De esta manera, proponemos el “Programa Alejandría” (por la connotación de universalidad a la que remite la célebre biblioteca Homónima: o PEUMO Programa de Edicion Unificada Ministerio On-line, o PIDEME Plataforma Integral de Desarrollo Editorial del Minsiterio de Educación, o SITIEM Sistema Tecnológico Integral de Ediciones del Ministerio...), que consiste en dotar al Ministerio de Educación del conocimiento y la plataforma tecnológica que permita suplir esas falencias anteriormente descritas. Para ello, nos proponemos dotar a la estructura ministerial de un sistema de aplicación Web, en modalidad sincrónica y asincrónica, que permita el monitoreo, la gestión y el seguimiento de todos los procesos de edición que lleva a cabo el MINEDUC, permitiendo la actualización de manera inmediata, la retroalimentción permanente con distintos tipos de usuarios identificados según áreas y categorías de pertenencia, así como permitiendo la generación de redes retroalimentadas de trabajo colectivo.