sábado, 30 de julio de 2011

otrosabadoenjulio




En realidad, debe decir: este sitio está siempre en construcción. Encuentre ahora...


Anoche (pero ya no fue anoche...), soñé que una amiga escribía en la espalda de su chaleco algunos detalles de una investigación que tenía que llevar a su trabajo, para que –si era necesario, vieran como había podido llegar a esos resultados. Ella trabajaba en un ministerio público y a mi me parecía tan bueno que hubiera investigación en el gobierno.


Hace un tiempo cree el sitio in-media-tez (en la piel de los media, que es los media en la piel) y la figura concebida, es resonante con el sueño. Aunque no soy del parecer que el mundo onírico sea una dimensión completamente distinta a la de la psiquis consciente -en cuyo caso no podríamos entender nada de lo que allí ocurriera-, si creo que tiene propiedades de síntesis y anticipación, que al tiempo que nos permiten establecer relaciones con una dimensión diferente, dónde el yo o no existe o tiene otras propiedades, a la vez mas profundas y permanentes, aunque en rigor “desprovistas de imagen”, también nos permite entender desde una perspectiva diferente, aquello que estamos haciendo en el mundo de la realidad y que de esa manera se vuelve (mas) completo, comprensible, transmisible.


Así desde una perspectiva funcionalista y de control, sería deseable poder incidir sobre los sueños y dirigirlos hacia determinados objetivos (cuestión que por otra parte es ámbito disciplinario del Yoga de los Sueños, uno de los seis Yogas concebidos por el Anuttara Yoga Tantra), es una verdadera y necesaria bendición que ellos no estén sometidos a nuestras dinámicas conscientes y puedan “sorprendernos”, con visiones distintas, que mas que darnos respuestas precisas, nos sugieren nuevas búsquedas y nos orientan a resolver.


Desde un par de años a la fecha, que vengo siguiendo el “relato” como experiencia organizacional. La complejidad creciente de un mundo dónde efectivamente coinciden y se articulan de diversas maneras, dimensiones que hasta hace poco eran realmente impensables y que parece caracterizarse precisamente por una proliferación exponencial de éstas mismas relaciones, hacia ámbitos completamente desconocidos, frente a los cuales no obstante, debemos tomar decisiones, ha hecho que las ramas disciplinarias y los criterios cartesianos de dividir el mundo en tantas partes como problemas debiéramos resolver (ingeniería, derecho, economía, sociología, historia…), encuentren una nueva dimensión en la cual sus saberes se han también aumentado enormemente en lo específico, sin que puedan expresar las categorías de su entendimiento, si no se articulan con los saberes de aquello que les es diferente y que entonces, por definición, no conocen.


De aquí que la referencia a los sueños, sea tan pertinente, porque es la dimensión paradigmática y reconocible, propia y compartida por todos los que formamos parte de la especie, de ese mundo paralelo, anterior y englobante, al que nos abandonamos cada noche, y dónde pese a los esfuerzos de “protección” que pudiéramos realizar, interviniendo (nos), con psicoactivos –que dicho sea de paso, nunca logran otra cosa que anular la memoria de la experiencia, sin permitir desarrollos a ese ser que hemos identificado con nosotros y que queríamos preservar-, que aniquilan el yo y las categorías diferenciadas, internas y externas con que nos reconocemos, entre los demás: la cara que tengo, mi porte, la altura, mi profesión, el culto que profeso, lo que quiero, mi equipo de fútbol, mis amigos, donde vivo). Y así como no puede uno trabajar sin formar parte de equipos, no es posible establecer relaciones con las otras neuronas, si no existen sinapsis. Los espacios sinápticos entre las disciplinas y las personas, son los “relatos”.


Es decir, como cuento, lo que no es parte del conocimiento racionalmente organizado, aquello que por definición se escapa de la pauta del programa, aquello que da cuenta de (y entonces se transforma en) la experiencia. Lo que no tiene que ver con lo que sé, sino con los elementos impredecibles, intuitivos, con la toma de decisiones, con el liderazgo, con el sueño.


Y acá tenemos que del “saber cómo”, se pasa al “saber con quién”. Y así como hace unos tres años –con suerte diversa, pero con enorme perseverancia y visión de futuro-, hemos constituido un área de investigación que se traduce en un “laboratorio” en la empresa, y que ha abordado estos temas sobre la base conversacional de una informalidad permanente (el sueño), que cada cierto tiempo se conecta con los proyectos y sus personas (el “mundo real”), hay algunos principios centrales que nos han permitido mantener la navegación, obteniendo logros no menores y proyectarnos en espacios de aún mayor riqueza, a los cuales ahora los convocamos.


En efecto, el cambio de paradigma, que ha implicado internet y las transformaciones mentales que produce el hipertexto, suponen cambios profundos en la manera en que vemos el mundo y en el cómo organizamos nuestras capacidades cognitivas, de comunicación y de transmisión. La información, no obstante, característica de una primera etapa de este proceso, da paso al conocimiento, de la misma manera que las letras dan origen a las palabras. En este proceso, consideramos el esquema de trabajo de la “triple hélice”, para entender nuestras relaciones con el entorno y articular la comprensión de nuestra inserción productiva. Ello significó una muy especial participación política, que probablemente sea, al cabo el centro de atención del presente relato. En efecto, la política, tiene que ver, con la toma de decisiones, es decir, con el poder. La manera en que se haga participar o no a las personas involucradas, los ámbitos y aspectos a los cuales refiera, los mecanismos que desarrolle para ello, los impactos que produzca -incluso el que no se tenga poder ninguno-, todo es ámbito de esa dimensión, que bien se ha llamado de manera contemporánea y compuesta como el ámbito de los “policy – makers”, es decir, mas de los que hacen política, de los que toman decisiones.


Nosotros, habíamos comenzado por ser una empresa de desarrollo informático, que poco a poco, pero de manera decisiva a partir del 2005 cuando llegamos al “nivel central”, se especializa en plataformas de gestión para la administración pública.

le soleil a nouveau

La complejidad de los temas y la atención que desde hace un tiempo ha concitado su comprensión, permiten diseñar una aproximación a patrones dominantes que se expresan en los distintos ámbitos de nuestro quehacer de tecnologías y personas. Ésto es: personas.

Desde el punto de vista epistemológico, podemos asumir que ha habido una proliferación notable de estudios, metodologías y herramientas. Todas y cada una de ellas validadas y efectivas, pero en un universo dónde deben reformularse constantemente y volver a validarse en su mutación en nuevos productos. Algo así como la “explosión de la exomemoria”: la cantidad de archivos y estudios es casi infinita.

Esto se conjuga de particular manera con el ejercicio del “saber experto”. En efecto, el que el “conocimiento explícito”, haya adquirido una dimensión realmente inaprehensible, hace que el “conocimiento tácito”, y la función real del experto, se hayan transformado en una suerte de “magnetismo”, de alguien que convoca, concita confianza, que es “necesario” y que se quiere tener cerca, algo que de alguna manera se ha tratado de rescatar en el concepto de liderazgo y que no es ajeno a las categorías con que tradicionalmente se ha comprendido la dimensión “espiritual”.

En esta nueva función, los “consejeros” cumplen un rol central de contención en las organizaciones, haciendo que lo fundamental de su acción sea precisamente el “estar” y cuyos “informes”, de acuerdo a los dos criterios fuerza señalados (exceso de información verificable y necesidad de la persona), en estricto rigor, no pueden hacer mucho mas que referir al conocimiento ya acumulado. Ellos, las personas que están, entre los grupos y en distintos lugares, equilibran dinámicamente con su presencia, la exomemoria, inevitablemente estática.

El rol de los expertos, se ha visto de esta manera –no podría haber sido distinto-, transformado por las condiciones de un contexto global, cada vez más difícil e inestable y donde el “brassage” de los elementos de la tirada, tiene cada vez mas componentes y es entonces, cada vez más aleatorio. Como un juego en que en cada tirada se van agregando nuevas cartas y ellas no necesariamente corresponden a los criterios de clasificación, la cantidad de números, colores y “pintas” conocidas. El juego, no obstante, sigue siendo el mismo, aunque en estricto rigor, no se sepa muy bien a que se está jugando. El juego, se transforma en un grimorio y las cartas sirven para ver la suerte.

En este escenario, la personalidad del experto pasa a ser lo central y sus capacidades de conocimiento intuitivo, de establecer canales de empatía con quienes lo rodean, de aportar el elemento extraño e inesperado, de ser capaz de provocar el destello de alegría comprensiva que identificamos con la solución de un problema, es lo fundamental. Es la base actual de todo nuevo desarrollo. La búsqueda orgánica del “atractor extraño”. El carácter globalizado de las instituciones y la dimensión de “triple hélice” en que su dinámica se genera, otorgan aún una nueva condición a esta relación, en que el Norte y el Sur se mezclan en funciones y expresión de atributos, como las mismas áreas disciplinarias pierden sus límites.

En definitiva, las organizaciones se deben a diseñar nuevas formas operativas, mas flexibles, menos jerárquicas y eficientes que permitan mejorar continuamente las soluciones colaborativas que den sustentabilidad a la Sociedad del Conocimientos construyendo redes de actores globales en las cuales los sectores público y privado trabajen en consenso, generando la interfase dinámica en que se retroalimenten gobiernos y sociedades.